Un
periódico local ha informado recientemente de los planes del
ayuntamiento de San Sebastián para “controlar” la población de gaviotas
locales. La razón aducida es que a algunas personas les molesta su
presencia, sobre todo en la playa donde cada vez se muestran más
confiadas. Paradójicamente, se da la circunstancia de que la concejalía
que ha sugerido esta medida de “controlar” a las gaviotas es la
concejalía de ecología. Una total impostura, ya que una concejalía de
ecología, en vez de promocionar un modelo de ciudad donde una parte de
los animales silvestres sobran, debería de velar por la protección del
patrimonio faunístico.
Habría
que recordarle al concejal de ecología que en San Sebastián -a
diferencia de otros pueblos costeros donde sí pueden darse problemas de
convivencia- no llega a la decena el número de nidos de gaviota
patiamarilla en edificios urbanos. Además, convendría subrayar que la
población de gaviota patiamarilla en la costa vasca está estabilizada o
incluso experimentado un ligero descenso.
Por
otro lado, el concejal de ecología debería de saber que San Sebastián, y
concretamente la desembocadura del Urumea, es uno de los mejores puntos
del País Vasco para la observación y fotografía de diferentes especies
de gaviotas -algunas de ellas catalogadas como rarezas- y que atrae a
multitud de ornitólogos. Además, la desembocadura del Urumea también es
visitada por aficionados a la lectura de anillas de gaviotas que
colaboran en estudios de diferentes proyectos de anillamiento europeo
-ejercicio evidente de ciencia ciudadana-. Ambas actividades estarían en
riesgo si se tomaran medidas para acosar a las gaviotas locales o a
aquellas que recalen en San Sebastián durante sus viajes migratorios. Y
tampoco deberíamos olvidar la producción científica que Aranzadi viene
generando en relación al estudio de las gaviotas, en gran medida
centrada en las poblaciones locales.
Demandamos
a la concejalía de ecología que priorice la defensa del patrimonio
faunístico local, ya de por sí maltrecho, y no de cauce a discursos
totalmente alarmistas que promocionan una visión de una ciudad donde
parte de la fauna silvestre es prescindible.
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